viernes, 28 de marzo de 2014

Santiago Apóstol, vida y leyenda

Copilación, Dávila.

Santiago el Mayor, cuya imagen es venerada en este santuario de Izúcar de Matamoros, fue uno de los doce apóstoles de Jesucristo. Nació en el poblado de Betsaida, en Galilea y era hijo de Zebedeo y Salomé y hermano de San Juan Evangelista. Tanto su padre como él y su hermano Juan, eran pescadores en el lago de Tiberiades cuando Jesús los escogió como sus apóstoles.

Debido a su carácter fuerte y decidido, Jesús llamó a los hermanos boanerges (del griego, Hijos del Trueno). Con San Pedro y San Juan, Santiago tuvo el privilegio de contemplar la transfiguración y agonía de Jesús en el huerto de Getsemaní.
Diversos testimonios señalan que después de Pentecostés el Apóstol Santiago predicó en diversas partes del sur de Europa, principalmente en España donde de acuerdo a una tradición Santiago regresaba a Jerusalén triste por no haber logrado la conversión de España, en el camino se le apareció la Virgen María sobre un pilar de una construcción en ruinas, preguntándole por qué regresaba triste y ordenándole que volviera a España, Santiago regresó logrando una conversión general en la península Ibérica. De ahí la advocación de la Virgen del Pilar.
Una vez convertida España, Santiago regresó para ser decapitado en tiempo de Herodes Agripa rey de Judea hacia el año XLIV. Fue el primero de los Apóstoles en ser martirizado. (He. 12, 1-2).
La misma tradición afirma que su cuerpo fue trasladado a la localidad Gallega de Iria. Durante los conflictos sociales y políticos de ese tiempo en España, el cuerpo de Santiago se perdió, siendo descubierto hasta el siglo IX, durante el reinado de Alfonso II El Casto de Asturias, por el obispo Teodomiro. En el lugar donde fue hallada su tumba, se edificó la catedral de Santiago de Compostela, importante centro de peregrinación durante la edad media a través del camino de Santiago.
Durante la reconquista de España, en poder de los moros se dice que Santiago apareció en la legendaria batalla de Clavijo, de donde proviene su representación de Santiago Mata Moros, montado a caballo blanco con armadura, un estandarte con una cruz y una espada en la mano, causando pavor y muerte entre los ejércitos moros, de ahí la representación que se da en España al Apóstol Santiago, misma que conocemos.
Durante la Evangelización de las tierras de Itzocan, los dominicos construyeron el Templo de Santo Domingo, el cual no contaba con capillas abiertas para los indios, razón por la cual los españoles edifican el tempo de Santiago Apóstol en el que fue el barrio del actual Santiago Mihuacán, una iglesia de la cruz y una sola cúpula.
El historiador Silvestre Antonio Bobadilla nos dice en su libro Itzocan: “Para los españoles que, andando el tiempo, eligieron su parroquia especial cuyos libros de bautizo se han conservado desde el año de 1647 seguramente fue establecida en el año de 1641 por el obispo de Puebla, el venerable Juan de Palafox y Mendoza (1640-1649) quien, por orden del virrey, quitó muchas doctrinas a las órdenes religiosas para sustituirlas por parroquias seculares.
El nombre de esta parroquia de españoles no consta de los libros del archivo parroquial, pero según la tradición y otras fuentes, estuvo en el templo de Santiago. A esta parroquia perteneció el ingenio de San Juan Bautista de Atotonilco, comúnmente llamado Raboso.
La actual parroquia que tiene la advocación de Santa María, se dedicó probablemente en 1791, pues en ese año, y después, la parroquia de españoles se titula Santa María de Izúcar”.
La escultura fue elaborada por un escultor cuyo origen se desconoce, utilizando maderas de naranjo para la escultura de Santiago y madera de mamey para la escultura del caballo, ambas de los árboles frutales de los barrios.
A continuación presentaremos un fragmento de la leyenda de la poetiza Josefina Esparza Soriano, con la que participó en el concurso de cuento y leyenda poblana con el seudónimo Comarcano:
Hace mucho, pero muchos años, perdida la fecha entre los márgenes del tiempo; pero en el apogeo de la época colonial se construyó la iglesia donde se conmemora al señor Santiago, dado que ya eran muchos los sacerdotes que añoraban la presencia del señor de Compostela en este rinconcito de Puebla, que en toda la Nueva España se construían iglesias para el culto de la religión católica, por aquella época, llegó a la bella Izúcar un sacerdote emprendedor como todos los que llegaban de la Península Ibérica y con su docta palabra pronto convenció a los lugareños que ese hermoso templo recientemente construido, debía ser dedicado al Señor Santiago, del que era ferviente devoto.
Citó a todos los escultores distinguidos de ese lugar tan abundantes en todo tiempo y le hizo la encomienda de esculpir la imagen del Señor Santiago.
Dio a todos, los datos precisos: debía montar un brioso caballo, pues había sido caballero de capa y espada y en su rostro debía reflejar la pureza, bondad y distinción de su abolengo.
Uno a uno fueron desfilando los escultores que debían plasmar la imagen del Santo, pero el no ver su obra consumada tal como debía ser, se retiraron a esconder su fracaso a otros lugares, pues a algunos les quedaba un horrendo caballo con jinete monstruoso, a otros de los escultores les quedaba un rostro feminoide impropio de la valentía de un caballero, otras más presentaban un jinete gigantesco sobre un caballo ridículo por su pequeñez, en fin nada, nada de lo que hacían los más renombrados escultores de la comarca salía a la medida de las necesidades.
Cuando ya el sacerdote aquel se mostraba desolado porque nadie sabía interpretar aquella imagen, cierto día en que el joven sacerdote ya había perdido toda esperanza de entronizar en ese hermoso templo barroco la imagen soñada, se presentó un hombre misterioso, pidió hablar largo rato con el clérigo y por fin lo convenció de que él o sea el desconocido era la persona indicada para hacer la escultura ya que todos deseaban, pues el templo y sus altares ya estaban terminados.
Una vez terminado de hablar el escultor, el sacerdote le señaló la sacristía recién estrenada para la realización de su obra, cerró herméticamente la puerta, como lo había pedido el escultor y se retiró a desempeñar sus habituales ocupaciones.
Por fin, ¡oh milagro! El sexto día se destrozó la expectativa… ¡desmedida sorpresa! Ante sus ojos se descubrió el velo del misterio. Ante él y algunos curiosos, estaba la majestuosa imagen del santo tantas veces deseado, como una soberbia aparición, el caballo más hermoso de la creación sostenía el Señor Santiago pleno de belleza… Por algunos minutos quedaron absortos ante este magnífico espectáculo, que no repararon en la mano que había realizado el prodigio, hasta que una vez que volvieron a la realidad buscaron sin éxito por todos los rincones de la iglesia, como para entonces ya la noche había tendido su manto de estrellas, con grandes mechones buscaron por todo el vecindario, donde ya la noticia se había extendido, pero el misterioso escultor no fue encontrado por ninguna parte. 
La ciudad de Izúcar de Matamoros fue el polo de atracción de grandes caravanas de creyentes, que visitaban el lugar para dar fe del milagro realizado, los que conocieron al extraño escultor notaron que el santo tenía las mismas facciones, no había la menor duda; fue el mismo Señor Santiago el que, sabiendo que nadie pudo hacer su imagen, se presentó ante los matamorenses para complacer el gran fervor que sentían por él.  
Hasta nuestros días se ha conservado la famosa escultura, producto de las manos puras y castas del mismo Señor Santiago, que se venera fervorosamente en la ciudad de los cañaverales. 
Con el tiempo se ha agregado más a esta leyenda: como que el Señor Santiago lo único que pidió fue agua de este lugar para poder quedarse a trabajar, dicen los más ancianos de este lugar que toda el agua que se toma hace el milagro de ya no dejar ir a todos los viajeros que la prueban. Es por eso que en la actualidad en Izúcar de Matamoros existen habitantes de los diferentes municipios de Puebla y estados de la República y que sabedores los vecinos de esto exclaman: “Todos los que toman agua de Santiaguito se quedan aquí para siempre”.
Al colocar la escultura en el altar mayor de la iglesia, está fue muy grande  para las dimensiones arquitectónicas, razón por la cual, se tuvo que construir una cúpula más.
En la actualidad el Templo es considerado como santuario y la imagen que se venera y cuya devoción se ha extendido por todo México, incluso por el extranjero es reconocida como la escultura en veneración más grande de América Latina.

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